Y tuvo que llegar a este mundo
una misteriosa brisa infecta
que obligó a los connotados líderes
a decretar los tristes aislamientos…
Así renació la era de las no prisas,
muriendo un poco de mí
al sufrir esta lejanía de tu cuerpo,
apenas unas calles más allá…
Amor de cuarentena… Cariño alejado.